miércoles, 6 de febrero de 2013

Venezuela, país subastado. (II)
El convenio referido a las riquezas minerales firmado con China el pasado mes de septiembre, nos es en lo absoluto algo aislado, tampoco es cierto la especie que ponen a rodar desde el régimen y sus aliados internacionales sobre las inmensas bondades que traerá este y los otros, a los cuales nos referiremos más adelante, al pueblo venezolano, los que hoy utilizan sin ningún tipo de pudor todos los recursos del Estado, esgrimen el manió argumento de que quienes adversamos dichos convenios formamos parte de un tipo de legión extranjera que responde a los intereses del imperialismo y por ahí se van en una cantaleta sin fin ni conclusiones, solo se dedican a lo que siempre han hecho, vivir en una utopía constante de fantasía, devenida en todos los casos que ha conocido la humanidad en regímenes de terror, atraso y desolación.
Extender la alfombra roja a Pekín, le ha valido al gobierno contar con gigantescos recursos para continuar manteniendo esta aventura “revolucionaria”, de nada importa que se esté hipotecando el presente y el futuro de las generaciones por venir, lo trascendental es seguir cosechando la idea frente al mundo, de que en Venezuela existe una faro que iluminara las luchas populares de todos los desposeídos, claro, mientras eso es lo que se vende, puertas adentro nos convertimos en uno de los países más peligrosos del mundo, donde la vida vale menos de lo que cualquier ser humano podría imaginarse, donde peleamos palmo a palmo, con los regímenes más corruptos del planeta y posiblemente pronto nos llevemos el primer lugar.
Ninguna de los convenios con China han pasado por la Asamblea Nacional, el real contenido de cada uno de ellos solo lo conocen los más altos jerarcas, ni siquiera las focas que salen a defender tal o cual firma saben de lo que están hablando, solo repiten como el loro lo que el amo ha dicho, por eso será que ese musculo mundial de los asiáticos se está moviendo durísimo para tratar de preservar sus coloniales intereses, de no ser así, ¿porque tanta preocupación ante unas eventuales elecciones?, si ciertamente susodichos papeles están blindados legal y constitucionalmente, ¿Cuál es el nerviosismo chino?
Se calcula que más del 15% de nuestra producción de petróleo es para “abonar” parte de una deuda que tampoco nadie sabe hasta dónde llega, que comenzó para pagar gastos corrientes y que hoy en día se dedica a determinados proyectos en los cuales ¡los mismos chinos son los ejecutores!, en una operación de comprarse y darse el vuelto pero en proporciones bíblicas, ni que decir de la intención de utilizar empresas mixtas en una madeja de oscuros movimientos para darle entrada a dichos socios mediante la trasferencia de activos expropiados “por la soberanía” a otras empresas transnacionales y que hoy todavía se encuentran en litigio.
Evan Ellis, profesor del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa decía: “En apariencia PDVSA [Petróleos de Venezuela] es la dueña de todo, pero realmente no es dueña de nada” y remataba: “En todos esos lugares, las decisiones de sobre cómo y cuándo se hacen los proyectos, sobre si es conveniente invertir en un puente en Puerto Cabello o no, se están realizando bajo la autorización de los bancos chinos que están impartiendo instrucciones a PDVSA al cuestionar si tiene sentido invertir aquí o allá”, y no es ningún cuento chino ni nada que se le parezca, es la realidad pura y simple, sin atajos ideológicos ni manipulaciones de quienes se presentan como los pobrecitos y son exactamente todo lo contrario.
El proyecto del ferrocarril tiene ya cinco años de atraso, la primera etapa debió estar lista en el 2011, la rodaron para este año y ahora dicen que para el 2017, por supuesto el monto que ha sido usado en este desarrollo tampoco está al alcance de nadie, adicionalmente la construcción de un puerto de contenedores en el principal puerto del país, por donde pasa el 70% de nuestras importaciones también los están haciendo los hermanos asiáticos, en este caso sin ningún tipo de estudios ambientales, sociales y económicos, simplemente a las autoridades chinas les pareció que ese era el sitio y ya, para nada se le consultó a la población de este importante puerto su pensar, mucho menos se les ha explicado los alcance de un proyecto, que acabara de un solo golpe la única zona de crecimiento turístico de la zona y que tendrá graves y desastrosas consecuencias para toda la vida marítima.
Vivimos los tiempos de una República Bananera.

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