martes, 29 de enero de 2013

Pais Portatil


“Desde la Cota se ven mejor los ranchos: variedad, novedosa incorporación de materiales, latones que suenan bellamente cuando cae la lluvia, tablas con letras rojas y los baldes y las latas de agua en las cabezas hacen mover la luz. Las antenas de esta ciudad indican su sensibilidad y cultura: las gentes de esta ciudad prefieren las imágenes, aunque los aguaceros y el hambre las tiren cerro abajo... aquí nadie quiere vivienda porque un alto sentido de la poesía y la libertad los lleva a preferir la intemperie. Si no, ¿cómo se explican ustedes que esta gente no se mude?”, así describía con ironía poética nuestro recordado Adriano González León la Caracas de 1968 en una de sus mas conmemoradas novelas: País Portátil, que luego fue llevada al cine en 1979, y es que uno de los mayores éxitos que pudiese tener escritor alguno es el de adelantarse en el tiempo, hoy al releer el libro vemos como esa urbe a medio empezar no es mas que el terrible reflejo del desastre, la corrupción y la miseria abominable que campea en pleno siglo XXI.
No son solos las calificaciones políticas de quienes enfrentamos a este régimen autocrático, los que vemos las dantescas realidades en las que se nos ha convertido un intento de nación, es la calle la que día a día se encarga de recordarles a todos realmente donde estamos, de nada valen cientos de horas de cadenas para mostrarnos un marketing socialista de puro amor y una felicidad que no le cabe en el pecho de los actores diseñados para tal fin, mucho menos cuando recurriendo a la mas burda manipulación, colocan rostros de nuestra gente para querer dar la falsa sensación de una entrega frenética a una utopía maquiavélica, todo se desploma en pocos minutos cuando a la vuelta de la esquina se asoma un camión cargado de pollo o harina PAN, y todos nos olvidamos de los cánticos revolucionarios de la internacional, también de la usurpación de funciones del que hoy ejerce y hasta los que hace ratito solo decían arenita y playita, nos lanzamos todos juntos como hermanos, en una delirante y energúmena batalla por arrancarnos literalmente dos pedazos de la noble ave o por lo menos unos kilos de ese polvo blancuzco para poder elaborar una que otra arepita.
Experimento de país que sigue siendo incapaz de proveer de suficiente producción de alimentos esenciales, no de lujos, no de bagatelas señores, de lo básico, de lo que a esta altura del juego ya deberíamos tener sin necesidad de presenciar esos constantes campeonatos de agarre quien pueda, ahora con el agravante de ser esencialmente importado, solo el año pasado se trajo a esta tierra la bicoca de 52 mil millones de dólares, cualquier pelusa de mono pues, así también como Adriano nos describía ese preámbulo de falta vivienda en nuestra capital, hoy vemos como cada día mas se agrava el problema habitacional a nivel nacional y como siempre surgen imágenes de una misión que dice que ya todo esta resuelto, claro no se les ocurre entrevistar sin presiones ni amenazas a quienes detrás de cámaras hablan de viviendas mal terminadas, sin agua, sin electricidad pero si con mucho amor poético.
Pero es que en país portátil también se decía: “La democracia se vivifica con el clamor de la oposición. Es lo justo. Es legal, porque de lo contrario... el poder se hace unipersonal, unipartidista, no tiene filtros ni críticas y puede conducirse un país a la bancarrota”, viniendo de un hombre decididamente de izquierda es bien importante detenerse a reflexionar hacia donde vamos mas de cuarenta años después, seguimos aun sin encontrarnos a nosotros mismos y volviendo a caer en los mismos errores, transitamos el tortuoso y peligroso camino de atomizarnos en un territorio sin ley, sin ética, sin moral y sin respeto por nada ni nadie.

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