martes, 1 de noviembre de 2016

La Guerra, la Paz. ¿Y Venezuela?

En tiempos cruciales, algunos tratan en nuestro país de colocarnos frente a la falsa dicotomía de que o dialogamos ya, o nos matamos, por un lado, desde el poder usan y abusan de toda la fuerza del Estado para obligarnos a sentarnos en una mesa, muy asimétrica por cierto, de no hacerlo, según ellos, quedaría demostrado ante la opinión publica nuestro supuesto talante golpista, del otro lado hay de todo, desde quienes ciertamente tienen la buena intención, hasta quienes desde hace mucho tiempo vienen demostrando con sus palabras y hechos, hacia donde están sus reales intenciones, que no son precisamente el interés de Venezuela.
La paz, esa palabra mágica ante la cual nadie debe oponerse, el problema es que ha sido vilmente manipulada por años y años, ejemplos de que desde brutales dictadores hasta verdaderos santos la han usado, es historia, la guerra por otro lado, de inmediato produce animadversión en la gran mayoría de los seres humanos, nadie, en su sano juicio, debería apostar por una matanza para poder dirimir sus diferencias, la cuestión aquí, es que el planteamiento en nuestro caso, es inmensamente manido, la intención es que aceptemos sin chistar, de que quienes nos oponemos a este circo “marxista” simplemente nos oponemos a la paz.
La Constitución es la principal arma de quienes ratificamos que no existen condiciones para un dialogo honesto, en igualdad de condiciones, pragmático y que nos conduzca a efectos palpables para la gran mayoría de los venezolanos, por el contrario, lo que ahora está planteado es darle nuevo oxígenos a él régimen para que continúe este cuento. Estados Unidos, España y El Vaticano, quienes fungen como mediadores, tienen sus propios intereses que defender, intereses, que no obligatoriamente coinciden con la real urgencia de los venezolanos, si bien tienen diferencias con el actual gobierno, no es menos cierto que procuran alargar esta agonía lo más que se pueda, quieren un cambio gradual, donde el chavismo conserve cuotas de poder y tengan garantías de no terminar presos, así de simple y así de complejo es nuestra situación.
Aquí el planteamiento central no es entre la guerra y la paz, es, que es, lo que más nos conviene a nosotros, a los venezolanos, y como conseguirlo, y luego de desoladores 18 años de un proceso que ha arruinado, postrado y arrasado a un país, no existe otra opción que el cambio de este modelo anacrónico y autocrático, es aplicar en cada uno de sus puntos nuestra Constitución, es obligar mediante la presión popular a que el régimen se siente a negociar, su salida, de la manera más ordenada posible y donde cada quien asuma su responsabilidad por sus actos, aquí no puede haber impunidad generalizada ni condena anticipada, a Venezuela hay que restituirle el orden constitucional en cada una de sus instituciones.
Este estado de cosas sencillamente no puede continuar, buscar mediante trampas diplomáticas extenderlo, es además de impropio, brutalmente grosero con millones de venezolanos a quienes nos han secuestrado nuestro presente y empeñado nuestro futuro, quienes padecemos a diario como se nos va la vida sin que podamos hacer nada, queremos una paz real, basada en términos adecuados para poder avanzar sin complejos ni triquiñuelas, lo repito una y mil veces, en nuestra Constitución están todas las salidas posibles y dentro de nuestro marco legal para salir de esta pesadilla, aquí no vamos a cambiar todo para no cambiar nada, basta ya de tantos intereses bastardos, es hora de que logremos empinarnos, para tratar en algún momento pasar de un país de habitantes, a un país de ciudadanos.
Dejemos de vernos en el espejo, miremos bien hacia adelante para buscar la nación que queremos para nuestro hijos y nietos, que hable la calle a lo ancho y largo del país, que se sienta la voz de millones de quienes no pueden expresarse y cuyo anhelo más sentido no se encuentra representado en ninguna de esas fulanas mesas, porque día a día tiene que batallar un guerra real para sobrevivir, para comer, para no enfermar, para intentar que llegue la noche y no lo vuelva a arropar la impotencia, la rabia y la desesperanza.
No es entre la Guerra y la Paz, es Venezuela.

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