jueves, 20 de agosto de 2009

Poca Zanahoria y mucho Garrote

Que tiempos aquellos al principio de la revolución pacifica plena de esperanzas, alegrías y sueños para millones de compatriotas cansados del olvido de gobernantes que los abandonaron a su suerte, de mítines históricos, sin autobuses ni real ni caña, desde el balcón del pueblo llenos de una gigantesca oferta de cambios profundos en todo la estructura del Estado, de masas que semejaban, literalmente, caudalosos ríos de venezolanos ávidos de escuchar, palpar y de ser posible tocar al líder único de la rebelión de los sin techo, al salvador enviado desde los cielos para redimir a los pobres y excluidos de este país, convertirnos en una potencia mundial, acabar con la corrupción que nos quitaba lo nuestro, barrer los ranchos y edificar hogares idóneos para el desarrollo de la familia y encaminarnos hacia la construcción de una sociedad humanista y liberadora.
Eran momentos importantes y trascendentales en nuestra historia, no estábamos muy seguros hacia donde nos llevaría esta carga de tantas emociones juntas, y aun así los que jamás estuvimos con este proceso, pero luchábamos y creíamos firmemente en una democracia realmente participativa le dimos el beneficio de la duda, teníamos la necesidad de pensar que algo bueno podría salir de todo esto, pero que va, rápidamente nos enseñaron los dientes y demasiado pronto se le comenzaron a ver las costuras a esta aventura sediciosa de militares y civiles pendientes mas de rencor y venganza que de un plan de gobierno para el desarrollo de todos.
Se empeñaron en incentivar la intolerancia y la división entre nosotros, acabar con toda la estructura institucional y en exacerbar hasta niveles nunca visto el odio y la revancha de clases, mientras tanto al país le ingresaban ingentes recursos por explotación petrolera que se perdían en improvisados planes y las mas descabelladas ideas que se chuparon millones de recursos, los corruptos sentían que estaban en el paraíso, el poder les nublo cualquier asomo de humildad y comenzaron a creerse dioses del olimpo con un mandato divino para decidir lo humano y lo divino, pero abajo todo empeoraba, los grades males que aquejaban al venezolano se seguían multiplicando, no se le veía luz al túnel y lo que fueron incapaces de construir en esos años empezaron a quitárselo, al que fruto de años y generaciones de trabajo, había logado levantar. Ya no hay muchedumbres histéricas, tan solo queda esa vanguardia asalariada y frenética que arremete armada y apoyada por los esbirros del régimen contra cualquiera que ose levantar su voz y protestar por sus legítimos derechos.
No son en lo absoluto tiempos fáciles, el Socialismo del siglo XXI ha decido mostrarse como siempre fue, una bien planificada estafa que pretendió cubrirse de legalidad mientras tenia la mayoría asegurada y que ve como ya no puede sostenerse por las buenas al hacérsele imposible tapar tanto desastre e incapacidad para cumplir las miles y miles de promesas incumplidas y las que obviamente se les seguirán acumulado. Se acaban las zanahorias y por el joropo que viene no solo necesitamos alpargatas de las buenas, también mucho cuero pa’aguanta el garrote.

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