miércoles, 11 de septiembre de 2013

Venezuela, ¿Que viene?

Los sonidos del mar
La naturaleza tiene infinitos sonidos, la inmensa mayoría pasa desapercibida para gran parte de los humanos, particularmente el mar es movimiento. Por tanto, en el mar nunca hay silencio, así no lo escuchemos siempre se están produciendo cambios, unos normales y otros telúricos. La sociedad como entramado social tampoco escapa de estos movimientos, en la historia reciente de Venezuela podemos ver cómo se han manifestado sin que los actores principales en esos momentos se diesen por enterados.
A partir de la década de los 80 el modelo que gobernaba al país desde los años 60 daba inequívocos indicios de agotamiento, el divorcio de los liderazgos con la realidad era innegable, se intentó mediante la Copre hacer una transición sin violencia; sin embargo, mezquindades e intereses grupales hacían largo y pesado el camino a las necesarias reformas, actuaban según su viejo libreto aprendido, comoditos en sus acolchados muebles eran incapaces de ver el río que socava las bases de una mayoría de papel. Nada aprendieron del Caracazo, no entendían que había un pueblo cansado de tanta corrupción, despilfarro y pésimas políticas, que el piso se estaba moviendo a pasos acelerados y que era hora de darles reales y verdaderas respuestas a ingentes problemas sociales y económicos, se creían omnipresentes.
Tres años después vino como consecuencia de esos sonidos que nadie quería escuchar el intento de golpe del 92; éste encendió las alarmas de una sociedad que se sentía presa entre la rabia y la impotencia, y buscó por la vía electoral encauzar sus miedos y sus esperanzas de una vida mejor, pero sin necesidad de violentar las leyes ni la vida. Fue significativo que quienes habían obtenido incluso un 95% de los votos hasta ese entonces, fueron relegados a un todavía importante, pero mucho menor 46%; ganó quien a pesar de ser uno de los máximos representantes de ese binomio adeco-copeyano, supo interpretar y leer lo que estaba sucediendo. La gente no votó por quien había sido, lo hizo por quien sintió hablaba como si fueran ellos mismos, inclusive una fuerza minúscula y regional para la fecha como la Causa R obtuvo un 22%; estábamos siendo testigos de un cambio de proporciones gigantescas en nuestro país, pero muchos ni siquiera lo miraban ni de reojo y creían que iba a seguir el festín.
No pudo un hombre íntegro como Caldera con la tarea encomendada, se dejó rodear con los buitres de siempre, se daba un pasito pa’lante y tres para atrás, los problemas se acrecentaban cada día más, la incapacidad del gobierno por ponerle freno a la crisis económica y financiera era apoteósica, pero no estaba solo en esta especie de conspiración por no querer darse cuenta de lo que venía; el resto de esos actores eternos seguían el ritornelo de pretender querer seguir imponiendo su pensar, era impresionante cómo estaban empeñados en su propio suicidio político creyéndose los nuevos amos del valle y en las elecciones del 98, en la continuación de sus cálculos políticos, uno de ellos lanzó a una ex reina de belleza, mientras el otro recurría al mayor representante de la vieja estirpe; total para nada, llegaron últimos.
Surgieron dos opciones con posibilidades claramente definidas, una representaba el ángel vengador, el populista que prometía cobrar todas las facturas atrasadas de los pobres; el otro provenía de uno de los pocos aciertos que se aplicaron de la reforma del Estado como fue la descentralización; además tenía un proyecto de país, pero le faltó terminar de dar el paso hacia adelante y distanciarse de manera clara y definitiva de quienes ya no tenían nada que ofrecer para bienestar del ciudadano. Los sonidos del mar querían un terremoto real, un ejemplo templado e inequívoco, pero de eso hablaremos el próximo jueves.

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