miércoles, 12 de junio de 2013

Venezuela: Historias cotidianas.

2 + 2= -1
Estaba yo tranquilamente haciendo mi cola junto a unas 250 personas más, yo era el 201, que intentábamos comprar mantequilla en los chinos detrás del YMCA que prontamente se llamará: Complejo ideológico deportivo del materialismo histórico “Camarada, tu muerte será vengada”; ya había pasado una sampablera entre dos señoras terroristas que a dientes y cachetadas pretendían llevarse tres potes del bendito producto amarillo, pero gracias a la pronta intervención de los efectivos del ejército adscritos al plan “Mi patria la segura”, ya todo había vuelto a nuestra acostumbrada y monótona calma de todos los días y de repente lo leí en el periódico, no lo podía creer, el presidente de la Cámara de la Construcción, Gilbert Dao, indicaba claro y raspao que “en este momento no es posible producir viviendas de interés social para ofertarlas a un precio final de Bs. 500 mil, como lo ha fijado el Gobierno, ya que las mismas no pueden producirse a un costo menor entre los Bs. 700 mil y Bs. 800 mil”.
Les juro que en ese momento mi mente empezó de inmediato a hacer cálculos de todo tipo. ¿Cómo alguien que gane uno, dos o tres salarios mínimos puede pagar esta casa? ¿De dónde va a sacar la inicial? Absorto en mis pensamientos recibí un empujón de repente y un grito desde atrás: “¡muévete, mijito, que hace mucho calor!”. Ni modo, avancé dos pasos y concluyendo sobre las cuentas, éstas definitivamente no me cuadraban; es imposible para casi cualquier venezolano comprar una vivienda en estas condiciones, a menos, claro, que sean regaladas; del resto ni a palos, y es que ha caído tanto nuestro poder adquisitivo en los últimos años, que la calidad de vida actual nos remonta a la época cuando en este país, solo las grandes capitales gozaban de los servicios básicos y el resto estaba a la buena de Dios.
Me detuve un momento para ver cómo andaba la cosa y cerca, ya podía advertir cómo quedaban unos lotes que por lo menos, pensaba yo, me daba chance de llevarme a la casa dos potecitos de este oro líquido. Seguí entonces sacando cuentas: si el costo de la canasta básica familiar, para 5 personas, es de Bs. 10.441,02, y los dos sostenes del hogar solo ganan salario mínimo cada uno, es decir, Bs. 4.095,04, ¿cómo viven?, ¿cómo comen?, ¡perro!, ¿cómo hacen?, porque para remate de todo, para poder medio paliar la situación deben, como este domingo frente al SSO, dormir desde el sábado para intentar comprar a precio del Mercal una bolsa de comida que apenas podrá cubrir una semana de alimentación. Sencillamente no comen como debe ser y cuando lo hacen no logran paliar las serias deficiencias que se van acumulando de solo consumir carbohidratos para engordarse.
Ya llegando, una preñaíta que estaba adelante se quejaba del cansancio por la barriga, pero ni así la dejaban pasar; una vejucona mal encarada decía: “¡bueno, si gozó para tenerlo, que sufra, pa’ que sepa lo que es bueno!”. Volví a mis cuentas y recordé que una consulta con el obstetra hoy está por los Bs. 1.100, y si no tiene seguro, debe tener unos 25 mil bolos previstos para la operación si no hay complicaciones; pensar en los famosos miaos ya no es una opción, a lo sumo una sangría de 4 litros y listo, a prepararse para cuando nazca y comprar pañales, leche, teteros y pare usted de contar. Como diría Mercedes Sosa, “¡caramba y zamba la cosa, vivan los especialistas!”.
Así las cosas y más feliz que una lombriz por llevar mis dos potes luego de unas dos horas y media de cola, empujones y gritos, me acordé de un artículo de unos de esos economistas aguafiestas, donde indicaba que en los últimos 5 años hemos perdido la pendejaíta del 72% de nuestro poder adquisitivo, mientras la inflación subió, en ese mismo tiempo, a la bicoca del 259%, es decir, dos más dos es menos uno.
Publicado en el diario Notitarde el jueves 5/6/2013.

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