lunes, 17 de octubre de 2016

Enfermos y entrampados.

Hace poco recibí la llamada de un gran amigo, le había enviado uno de mis artículos y me preguntaba: ¡¡Si valía la pena leerlo!! Me quede en una pieza, le dije que me explicara, porque ciertamente no entendía, total con no abrir el enlace era suficiente, un tanto alterado me indicaba que estaba cansado de tanta critica, de que todo fueran cosas malas y que él había estado ese fin de semana, con un “inversionista” al que todo le parecía maravilloso y estaba dispuesto a apostarlo todo por Venezuela, para hacer corto el cuento, al final lo felicite a él y a su amigo por tantas cosas buenas y me comprometí a no molestarlo más con tanta realidad, total cada quien asume la crisis a su manera y con sus herramientas.
Me fui a caminar, quería reflexionar un poco sobre todo este pandemónium, en el camino me fui consiguiendo con otros amigos, todos con su lamento diario de lo que atravesamos, algunos con mucha desesperación y cansancio, otros con una rabia que los hacían tener las posturas más radicales posibles, varios con una peligrosa resignación ante lo aparentemente imposible de cambiar y en la ruta, colas en un chino para comprar un kilo de harina pan y otro de pasta, niños y adultos como hormigas en las filas para comprar pan pidiendo lo que sea, a las puertas de las farmacias personas desencajadas por la medicina que no hay, decidí entonces terminar el recorrido, ya era suficiente de tanto Disney World por ese día.
Claro que existe una Venezuela que todavía se rebela ante tanta miseria, que lucha a diario por mantener la cordura y la sanidad mental, que intenta conseguir aperturas para lograr sonreír y poder tener espacios de disfrute, que abraza a los suyos en procura de ratos entre la familia y los amigos, pero que al mismo tiempo, entiende la gravedad de lo que estamos pasando y de la necesidad de asumir el compromiso, de buscar salidas constitucionales y democráticas, antes de que a todo esto se lo lleve el diablo y aunque algunos no lo crean, terminemos en situaciones mucho peores que esta.
Estamos frente a un régimen enfermo de poder, para quienes las palabras democracia, libertad, derechos solo son usadas para justificar su supuesta verdad histórica, lo demás para ellos, es paja, rebelión y conspiración, su vocabulario y acciones ratifican su enorme desprecio por lo que en apariencia defienden, violan impúdicamente la Constitución pero se desgarran las vestiduras acusando a los demás de eso, inventan delitos, arman expedientes ficticios, inutilizan a la Asamblea Nacional, despachan alcaldes incomodos, en definitiva hacen lo que les da la gana, cuando y como quieren, el único marco que respetan, es cualquiera que les permita mantenerse gobernando a como sea.
Y lucimos entrampados, a la direccionalidad política de la alternativa democrática, le hace falta una buena dosis de humildad, de cohesión orgánica y de sentido de Estado, necesitan tener respeto por quienes pensamos diferente, realizando reales y verdaderos procesos de inclusión a la toma de decisiones, no esas fotos de algunos, que solo quedan para las redes, pero también requieren de practicar conexión interna en serio, sin que unos pocos siempre avasallen a los demás y finalmente responsabilidad de tener un programa, unas bases para iniciar cambios estructurales en el país y no esa suerte de comparsa de candidatos a gobernadores y alcaldes, totalmente divorciada de la realidad actual.
Queremos recuperar nuestro derecho a la vida, a que cada quien disfrute y decida lo que más le conviene, que tu trabajo te permita tener una existencia decente, a la posibilidad de soñar con mejores tiempos, a que los políticos salgan de los espacios en donde nunca debieron estar, pero primero debemos salir de este profundo hueco, sanarnos de esta enfermedad y definir con criterio y seriedad como avanzar ante este entrampamiento, así de sencillo.

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