martes, 13 de agosto de 2013

Los verdaderos liderazgos.

Oliendo a oveja.
No tengo ni idea de hasta donde llegaran los cambios que han comenzado en la iglesia católica, a raíz del nombramiento de un obispo Latinoamericano como líder de más de mil doscientos millones de almas, lo que si estoy definitivamente convencido es que su estilo, su forma de hablar pero sobre todo su manera de ser marcara un hito importantísimo en el papel de los católicos en el futuro por venir, nada más la semana pasada el Papa Francisco hacia unas reflexiones de un contenido y un retumbe gigantesco, invitaba a sus pastores a acompañar, tocar, palpar a sus ovejas para poder guiarlas, decía “les invito a que vayan a las periferias, donde hay sufrimiento, sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantas explotaciones, y sean pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño”.
Como anillo al dedo caen estas palabras de un pontífice que parece haber entendido a plenitud la labor de quienes pretenden convertirse en líderes de algo, particularmente en nuestro país donde una profunda crisis sacude cada una de las bases de la sociedad, colocándonos en un laberinto de peligrosísimas consecuencias, dice un refrán muy nuestro que nadie ve el abismo hasta que cae en el mismo, sin embargo, en este caso siento que muchos vemos el farallón hacia donde nos dirigimos a máxima velocidad pero muy pocos hacen algo por tratar de evitar la caída, la premura de la supervivencia diaria nos han transformados en meros espectadores, por ahora, del espectáculo de escases, desempleo y matazón de un hampa que no nos deja ni a sol ni a sombra.
Adelantaba también Salas Römer, en una entrevista que levanto roncha a Alfredo Fermín que “la revolución de Chávez perdió su encanto y que más pronto que tarde habrá un gobierno de transición que convocara a elecciones para restaurar la democracia”, y remataba con esta perla “que el revolcón saldrá de las entrañas de la clase media y los sectores populares, pero al margen de la polarización política”, bárbaro, despacho no dos, sino varios pájaros de un solo tiro, porque los liderazgos no se decretan, no se imponen, se van moldeando al calor de las verdaderas luchas populares, del patear la calle todos los días para poder sentir en carne viva la desesperación de un pueblo vilmente engañado luego de 15 años de fracaso de este proceso, quienes quieran convertirse en reales pastores de los cambios por venir deben dejar las poses predeterminadas, la brincadera de aquí para allá sin llegar a ningún lado, aquí lo se requiere es entrega sincera, un arco iris donde puedan estar todos los colores y un cabeza erguida que solo la da una moral a toda prueba dentro de este lodazal de corrupción y bajezas.
Y es que este tiempo de cosecha es terriblemente amargo para un pueblo que confió ciegamente en un supuesta “revolución bonita” que en lugar de enderezar nuestro destino por caminos de prosperidad y redención nos coloca frente a campos estériles, fábricas vacías, mamotretos abandonados como muestra fehaciente del ladronismo imperante en estos últimos años, necesario es entonces estar a la altura de los acontecimientos, se requiere del verdadero valor para poder reconocernos en nuestras diferencias y poder de un vez por todas avanzar hacia la imperiosa y necesaria reconciliación nacional.
Es hora de comprender exactamente lo que sucede, lo que la calle viene diciendo desde hace tiempo, el liderazgo de estos tiempos será el que sepa leer ese rio subterráneo que como tromba amenaza con llevarse por delante todo, del que codo a codo con la gente sienta su dolor y su olor, identificándose literalmente con su anhelos y esperanzas, para poder convertirlas no en las promesas de siempre sino en las realidades que la gran mayoría quiere para sí y para los suyos.