viernes, 7 de octubre de 2016

Derecho a la vida

Son muchísimas las consecuencias de estos catastróficos 18 años de “proceso revolucionario”, una gran parte de estas, las vivimos todos los días, otras por el contrario no las reconocemos, la dramática forma en la que tratamos de sobrevivir, hace que perdamos las perspectivas de lo transcendental por encima de lo urgente, y no es para menos, la lucha por el pan diario, por la imperiosa medicina o por llegar vivos al final de la jornada, ocupa prácticamente todo nuestro espacio, no queda fuerza, ni física ni mental para procurar más, son tiempos de respirar, de vaina.
Siento que vivimos un profundo quiebre, de nuestros valores, de nuestra forma de vida, de la manera como se ha ido desmembrando la familia venezolana dentro de una sociedad cada vez más caótica, individualista y tremendamente oportunista, pero también existe un divorcio enorme entre la gran mayoría de quienes habitamos este país y la clase política en general, hoy el oficialismo ha quedado reducido a los tradicionales revanchistas de izquierda, a los enchufados, a la elite boliburguesa y a una masa tristemente aprovechada por su ignorancia, su irresponsabilidad en tratar de buscar salidas a esta honda crisis, solo es comparada con su criminal insistencia en llevarnos a callejones sin salida, cuyas consecuencias pagaríamos por muchos años en Venezuela.
Los demócratas, o quienes dicen serlos, tampoco escapan a esta ruptura ante la realidad, frente a los escenarios que se vienen planteando, en lugar de privilegiar el acompañamiento y la lucha social como agenda fundamental, se escogió una ruta exclusivamente política, lo que ha pasado es que el régimen en su infinito empeño de conservar el poder, ha logrado que a pesar de los errores cometidos por la alternativa democrática, cada día la gente en su desesperación, simplemente, esté dispuesta a salir de esto con quien considere puede hacerlo, el Marketing político ciertamente ha sido exitoso, pero ese posicionamiento no es ni definitivo ni al final garantiza un cambio real.
Yo ahora voy por mas, ya ni siquiera es un tema de crisis social, nuestra realidad es mucho más simple y al mismo tiempo mucho más humana, vivimos el drama de procurar y lograr el derecho más básico de todo ser humano, el derecho a la vida. Vida que nos roban en cada esquina, en cualquier rincón o cualquier carretera, a la hora que sea y el día que sea, dentro de la casa, en una iglesia o en una licorería, jugando o trabajando, no tenemos espacios en los que medianamente nos sintamos más o menos seguros, deambulamos por un país cargados miedos y con el temor constante de ser arrancados de esta tierra en un segundo, sin estar caminando por zonas de guerra.
El tema final no se resuelve con un “Maduro Renuncia” o un vete ya, pero tampoco con un referéndum revocatorio, aquí lo que nos jugamos es nuestro derecho a la vida, no solo a la básica, a la física, también a la calidad, la de la mejor educación, la de la cultura, la de la convivencia, es intentar cambiar este nefasto modelo por medio de la lucha social, a través del escenario político que establezca una clara agenda que contemple las bases para un gran acuerdo nacional, un gobierno de transición y una asamblea constituyente. Ninguna acción a corto plazo resolverá la espantosa crisis estructural que atravesamos, o nos ponemos de acuerdo para lograr cambios reales y duraderos en el tiempo o por mucho tiempo seguiremos imbuidos en continuas y cíclicas inestabilidades sociales, políticas y económicas.

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