jueves, 19 de febrero de 2015

La Esperanza.

Confieso que mis últimos artículos han estado bastante sombríos; claro, no fueron hechos de esa forma simplemente porque sí, es el ambiente nacional lo que nos lleva a muchos a tener demasiadas expectativas negativas sobre la situación que vivimos los venezolanos, lamentablemente no se ve respuesta positiva por parte de quienes detentan el poder, solo violencia, amenazas y más de la misma medicina que tanto daño nos ha hecho todos estos años.
La esperanza es algo bueno, definitivamente tener sueños por un presente y un mejor porvenir nos inyecta fuerzas que nos hacen falta para seguir emprendiendo nuestras luchas diarias; necesitamos, quienes vivimos en esta tierra, poder mirar con algún optimismo el horizonte, tener objetivos alentadores, lograr iniciar procesos de cambios en cada uno de nosotros y es que la vida misma se compone de un equilibrio entre lo bueno y lo malo; no todo puede ser color de rosas, pero tampoco todo puede ser un desastre siempre, necesario es tener algo bueno para poder seguir hacia adelante.
Pero cuidado, la esperanza no puede estar sustentada en simplemente un deseo, debe estar íntimamente ligada a nuestras decisiones diarias, lógico que en un país normal, con un sistema político moderno, respetuoso de las instituciones y del ciudadano común, esta esperanza está basada en la misma naturaleza que da el sistema, para producir procesos de cambios cuando las cosas no están funcionando correctamente, son mecanismos que se activan y que se generan por estar dentro de una democracia que garantiza esa posibilidad; en otras palabras, se sienten los ciudadanos seguros de poder cambiar, dentro de sus leyes, aquello que no está funcionando y que requiere de ser renovado simplemente porque no sirvió, tan sencillo como eso, son los resortes institucionales funcionando a favor de sus propios pueblos.
Democracia participativa de verdad, dirían algunos, respeto al ciudadano dirían otros, lo cierto es que en los países donde existe real separación de poderes, donde se respeta la proporcionalidad de las minorías y donde los mecanismos que estén establecidos dentro de la Constitución se activen, sin que eso signifique ni nada extraordinario, ni que nadie quiere dar golpes de estado o subvertir el orden, simplemente se gobierna pensando en aquella máxima de las democracias modernas: gobernar procurando la máxima felicidad de los pueblos.
En la Venezuela actual, desgraciadamente lo anterior es simplemente letra muerta, a pesar de tener un marco legal que contempla mecanismos para corregir cuando las cosas no están funcionando, un manejo del poder de manera abusiva impide a cualquier ciudadano buscar cambios tal como lo establece nuestra Constitución, a cualquiera que ose intentar hacerlo se le viene encima todo el peso del gobierno, se persigue, se manipula y finalmente se trata de liquidar política y moralmente a la disidencia.
Un poder ciego y sordo que nos ha llevado por peligrosos y sinuosos caminos, su afán de mantenerse gobernando solo es comparable con el gigantesco daño que le sigue haciendo a la sociedad en su conjunto, amenazas cumplidas han hecho de este régimen una triste caricatura de lo que debe ser un gobierno que se erigió en defensor de los más pobres y que cada día genera mayor pobreza, solo en sus cúpulas de cristal parecen estar las cosas de maravilla; del resto, de lo normal, del país, de lo cotidiano, es una constante lucha por tratar de sobrevivir por lo menos un día más.
De tal forma que la esperanza ahora depende es de nosotros, de nuestra actitud, de la forma como abordemos lo que queremos para nosotros mismos y nuestros afectos; los sueños requieren de hechos tangibles para poder realizarse, se necesita soñar y actuar para que se puedan cumplir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Con Moderacion y Respeto TODOS son Bienvenidos.