domingo, 12 de octubre de 2014

#Venezuela : Refugiados en las fauces.

Se escapa la cosa, a los gritos y tambores de guerra ahora se les unen la oscuridad y el pantano, nadie que ver más realidades, son demasiadas malas, nada de escasez, devaluación o muerte.
Quieren seguir durmiendo con sus portadas, su yo sí canto, en mi telenovela o peor, dentro de los Teletubbies junto a Heidi.
Es que la película es muy mala, sangrienta en demasiadas ocasiones y los actores peores aun, viven de la muerte y de los muertos, solo ecos de combates ficticios y pantomimas burlescas de mentiras heroicas marcan el guión.
Se desviven por pintar corazones, hablar hasta la vastedad de la paz, corear cánticos de dulzura y miel, pero la realidad, la calle, el drama diario y 15 años de "patria o muerte", de que "no volverán, ni por las buenas ni por las malas" y de "¡uh, ah, tu muerte será vengada!", son demasiado contundentes, su desnudez es épica.
Total: ¡Sí, estamos armados! ¡Ésta es una revolución armada!
Se ha roto el pacto social, caminamos con pasos raudos hacia nuestra propia desintegración, el consenso y la cohabitación les dieron paso al aniquilamiento, el terror y la incertidumbre como política del gobierno.
No es una muerte, fueron 425 muertos en septiembre solo en la Gran Caracas, manos cansadas de levantarlos del piso, rabiosos de la brutal impunidad, atemorizados de la vida.
¿Quién armó, incentivó y sembró esta cultura de la muerte?
¿Quién mató a Anderson?, por qué a Otaiza, así lo escribió Miguel Salazar en su periódico, lo mató el "hampa" común para robarle el arma y la camioneta, entonces, ¿por qué tanta mentira? ¿Para qué seguir esparciendo más odios y vileza?
Hemos dejado de ser un país, somos más bien un tipo de cárcel al aire libre, con limitados e incapaces guardias, rodeados con infinitos pranes que intentan ver quién controla el mayor territorio posible, nos alcanzó nuestro pasado.
No saben retroceder, solo conocen el cuartel, la sumisión a vacuos ideales y la borrachera del poder.
En extremo injusto con un terruño maravilloso, con un gentilicio que intenta todavía tener un país, que a pesar de todas las cosas busca seguir soñando, anhelando poder construir un presente menos malo y un futuro mucho mejor que esto, ilusionado sin embargo con una nación libre, justa y democrática.
A pesar de estar refugiados dentro de las fauces de esta monstruosidad, los poderes creadores del pueblo de nuestro poeta Nazoa todavía retumban en las venas de muchos que no están dispuestos a entregarlo y perderlo todo.
Pero cuidado con los publicistas políticos, expertos en maniobrar y dejar todo como está, duchos en la banalidad política y reducir todo a un convite y unos flashes sin photoshop, son practicantes al mil por ciento del narcisismo, con una enorme habilidad para transmutarse como el camaleón y aparecer como nuevos y renovados demócratas totales.
Nada fáciles las expectativas presentes, nada sencillas las previsiones futuras, un régimen entrampado en sus propios desastres y que en lugar de rectificar insiste en cavar y cavar más profundo cada día, una alternativa democrática que no termina de dar el paso de madurez política y entrega ante un país y no ante ninguna apetencia grupal o personal, y una nación que no finaliza de entender su compromiso, no con nadie en particular, sino consigo misma, sus raíces y su propia vida.

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