jueves, 12 de junio de 2014

#Venezuela: ¿Quien tomara la batuta?

Eduardo Sánchez
Empecemos por el principio, ¿o el final?, usted puede pensar lo que quiera del ex gobernador y ex candidato presidencial, pero en serio, ¿cree que Henrique Salas Römer está en plan de intentar asesinar al Presidente?
Ya, ¿se contestó usted mismo?, ¿o tengo que hacerlo yo?, cada quien es libre de opinar, para bien o para mal, de Salas, pero imaginar siquiera tamaña barbaridad solo cabe en mentes enfermas de poder; listo, no le siga buscando cinco patas al gato.
Aquí lo que existe es una situación por demás catastrófica e imponderable, el jueguito se les fue de las manos y ahora no tienen ni la más pu.. idea de lo que deben hacer.
Se trancó el juego y el tipo es tan bruto que se ahorcó la cochina.
La desesperación en los pasillos del poder, porque ojo, son varias las cabezas que mandan, o intentan mandar en este país, que ya mueven las piezas para nombrar a una especie de sucesora en el trono, sí, así como lo oye, no son cuentos.
A falta de un abdicador, buscan en un último salto al vacío ungir a la infanta como heredera del trono, la tabla de salvación, claro, de ellos, no de los pendejos como nosotros.
Buscan afanosamente dar un golpe al timón, de timón o todo lo contrario, no terminan de comprender que esto se lo llevó quien lo trajo y los conejos dentro de los sombreros solo se ven en Hollywood.
Ciertamente aquí se soltaron los demonios, hace rato que andan danzando alrededor de nosotros, pero pendientes, no son los que la gente jura, son mucho más terrenales y palpables.
Son las bombas, pero las de gasolina, que ahora cierran, no por huelgas, ni siquiera por falta de luz, cierran simplemente porque ¡gasolina no hay!
Son las interminables colas para comprar, ¿leche?, ¿azúcar?, ¿pollo?, ¿afeitadoras?, ¡no, papá!, para comprar una, sí, aunque sea una, ¡bombona de gas!; menos mal que vivimos en un país petrolero, donde a diario los mechurrios, ¿sabe qué son?, queman gas como para regalarles a todos los chulos que nos chupan nuestro petróleo.
Es el dantesco espectáculo de ver unos muelles literalmente vacíos, y eso para un país que lo único que hace para sobrevivir es importar todo lo que consume, es una sentencia de muerte.
Dese una vuelta por el campo venezolano, váyase un rato por las carreteras de Calabozo, Valle de la Pascua, Barinas o el otrora llamado "El Granero de Venezuela", Zaraza, y verá en toda su dimensión la ruina a la que estos carajos han convertido a este noble país y su gente.
Lo único compacto que tenemos es esta crisis, que parece haber llegado para quedarse, no conoce de diferencias políticas, ni religiosas, no le interesan tu status ni tu color de piel, es homogénea, dura y profundamente cruda.
El sueldo no existe, se convirtió en una especie de fantasma que ves de vez en cuando y que se desaparece sin dejar rastro.
De nuestra letanía solo nos saca el "¡quieto!", ¡si te mueves te quiebro!, si hablas también, si respiras igual; si no tienes real, peor.
Duele muchísimo decirlo, pero perdimos todo, esta nefasta revolución nos quitó la vida, nos arrebató el presente y pretende acabar con nuestro futuro.
Y la gente lo expresa en cuanta encuesta se haga, lo dice en todos los barrios, lo grita en la calle, ¡Dios, no podemos seguir viviendo así!
No le interesa si es la MUD, solo las siglas parecen haber quedado, desea, no, urge un cambio, una vaina diferente, algo que les devuelva la esperanza, la posibilidad de soñar de nuevo, no identifica, solo gritan en el silencio.
¿Podrán Capriles, Leopoldo, María Corina, entenderlo?, ¿o tendrá que surgir un nuevo liderazgo que logre asimilar en serio lo que sucede?
La historia no miente, en épocas oscuras el triunfo es del perseverante, el claro y el que lejos de sentarse a calcular sobre un papel, se la juega sin importar su propio destino.

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