jueves, 18 de abril de 2013

Alto a la demencia.

Alto a la demencia.
Escribo esta líneas como todos los martes, lo digo porque la vertiginosidad de los acontecimientos pueden cambiar algunas cosas hasta el momento de su publicación, particularmente quisiera pensar que por lo menos alguien de peso de este régimen comience a tener un poco de cordura dentro de esa patética insistencia de insistir con el cuento, mil veces repetido, de que este país decidió ir por ese adefesio que llaman “revolución”.
Lo real es que fuimos a unas elecciones en extremo signadas por el grotesco ventajismo de un gobierno que hace rato perdió cualquier asomo de vergüenza y utiliza frontalmente todos y cada uno de los recursos del Estado para tratar de seguir imponiendo su voluntad, completamente conscientes de esta situación nos preparamos con seriedad para las eventualidades que se podían presentar, y se presentaron, de manera apresurada y sin respetar sus propias leyes electorales, se dieron unos resultados que claramente y de manera inequívoca parten hoy a Venezuela en dos toletes, Henrique Capriles con el derecho y la firmeza que ha demostrado continuamente, pidió un conteo manual acta por acta y así aclarar cualquier duda razonable, incluso el otro candidato, supuesto ganador, llego a exigirle al árbitro electoral que se hiciera, sin embargo, cuando amaneció todo cambio y no solo se desechó vía declaraciones sino que se proclamó a lo macho a Maduro como presidente electo, cero asomo de prudencia, cualquier persona en su más mínimo sentido común y en aras de dejar todo lo más claro posible, hubiese efectuado dicho pedimento y zanjar de una vez por todas las dudas.
Frente a una posición democrática, firme y pacifica por parte de Capriles, lo único que hemos escuchado los venezolanos desde las más altas esferas del poder es manipulación, odio y mentiras, un ministro de la defensa que se refiere al candidato democrático como “derrotado, fascista y de derecha” no puede nunca representar la majestad de un poder público, unos gritos destemplados del proclamado de que “si me quieren tumbar, vengan por mi” o peor amenazando directamente a todos los medios de comunicación a definir si están con él o no, so pena de atenerse a las consecuencias, nos indica que definitivamente se escogió el camino de la locura, la ruta de arrasar con todo y todos que no sigan al pie de la letra los designios de esta cofradía enquistada en poder.
Nada han aprendido, en lo absoluto han leído unos resultados que les dicen que no existe ninguna mayoría revolucionaria, que la expresión de casi 15 millones de compatriotas por la vía electoral, dejo a dos fuerzas completamente parejas y que 100 más o 100 menos no inclina la balanza hacia ningún lado y muy por el contrario es urgente y claramente imprescindible, sentarse y planificar el país que se quiere, la insistencia del lado oficial de todo o nada nos llevara por oscuros y dramáticos senderos.
La advertida profundización de la crisis económica no se va a resolver recurriendo a los mismos discursos de siempre, llenarse la boca de frases comunes y arengas antiimperialista no va a estabilizar los factores que disparan la inflación y acrecientan la escasez de productos básicos, ridiculizar y amenazar con cínicas sonrisas al oponente democrático no va a ser que por arte de magia lluevan casas para los millones que las necesitan, lamentablemente los oídos de los lideres oficialistas están seriamente dañados y tampoco ven con claridad el despeñadero hacia donde nos conducen.
La esperanza es lo último que se pierde, dicen, ojala se imponga la sensatez frente a esta demencial carrera hacia la nada, hacia lo peor y que la sangre jamás llegue al rio, de todas formas, estoy seguro que nunca habrá una noche tan oscura que impida que de nuevo salga el sol.
Publicado en el diario Notitarde el jueves 18 de Abril.