jueves, 7 de noviembre de 2013

En Venezuela ni guerra ni bota militar.

Ni guerra ni cuartel.
De acuerdo a todos los estudios de opinión que se han hecho en el país en los últimos meses, cada vez es mayor el número de compatriotas que siente en carne propia como la situación general va de mal en peor, más del 65% de los venezolanos entrevistados manifiestan su decepción y preocupación por los alarmantes niveles de crisis que hemos alcanzado, no existen diferencias de criterio entre la gente que se identifica con el gobierno con los que no, tampoco depende del estrato social al que se pertenezca, mucho menos entre sexos o edades distintas, la percepción generalizada es no solo que estamos por un muy mal camino, sino que por primera vez en muchos años, no sentimos que a pesar de la mala situación del país la personal pudiese mejor, en otras palabras, el sentir individual denota un marcado pesimismo con lo que puede acontecer en un futuro próximo y eso, para un pueblo tan pragmático y anti parabólico como nosotros, es una dramática advertencia del rio subterráneo que nos arropa.
Vemos igualmente en todas esas encuestas como existe un manifiesto cansancio de las eternas peleas políticas entre los diferentes bandos en pugna, se resiente la población de sus problemas sin solución, de sentir que no solo el mentado proyecto socialista fracaso y no tiene más nada que dar, sino que una parte importante no entiende a plenitud el programa de gobierno de la alternativa democrática y no logra ver como en la práctica serviría para resolver sus carencias, se desnuda la realidad de observar como cada día crece el número de venezolanos que manifiestan no sentirse identificados con ninguna tendencia y si escudriñamos un poco más, podemos visualizar como entre quienes se identifican con algunas de las dos propuestas es minoría los duros de la partida, la mayoría muestra simpatías por su opción pero no están casados per se con ella, muy por el contrario quieren verle el queso a la tostada de una vez por todas.
Estamos claros de los alcances y limites que poseen cada uno de esos estudios a los que hacemos mención, son fotografías de un momento especifico y de una situación determinada, nos sirven como complemento para poder analizar la realidad por la que estamos atravesando y así comprender parte del día a día que se vive en nuestro país, porque inclusive las circunstancias de la calle en muchas ocasiones suelen superar con creces lo escrito en el papel, por ejemplo, en estas fechas en que el régimen monto un nuevo mercado de dadivas en fuerte Tiuna, un equipo reporteril de un diario nacional, sintió en vivo y directo la nula flexibilidad democrática de quienes nos gobiernan, con decenas de toldos adornados de navidad y regados por todo el espacio militar la gente hacia eternas colas para poder comprar algo, todo marchaba bien hasta que sacaron los perniles, se armó la sampablera en la desesperación de muchos de sentir que los dejaban por fuera, ¿el pecado del periodista?, estar ahí y tomar las fotografías del hecho, ardió el olimpo en gritos y tambores de guerra, su ceguera es tan inmensa que le es imposible ver que lo dicen las encuestas se va quedando corto frente a lo palpable.
Al final, la gente en definitiva no quiere guerra, en dado caso mano dura y sin contemplaciones frente a un hampa que nos ha convertido en objetos del tiro al blanco, hasta ahí la plomazón, tampoco quiere la vida de cuartel, ni que nos conviertan en una gigantesca prisión, sus pretensiones son muchísimos más sencillas y más terrenales, quieren ser oídos en serio, tomados en cuenta de verdad, llamados a resolver los problemas en conjunto y sin trampas, no seguir siendo usados como carne de cañón ni como pendejos a los que se les intentan engañar con baratijas, la mayoría, así lo expreso, quiere ser dueño de su propio destino.

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